Edificios adaptados y accesibles para personas con movilidad reducida
En España hay más de 2,5 millones de personas con movilidad reducida, de las cuales más de 608.000 viven solas, según el estudio “Rampa hacia la accesibilidad” elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios.
Una de las principales conclusiones de este estudio es que aún existen muchas las barreras arquitectónicas para este colectivo, sobre todo en sus propias viviendas: escalones, puertas estrechas, porteros automáticos inaccesibles… Y todo ello, a pesar de que, desde 2013, existe una ley de accesibilidad a los edificios que obliga a realizar las reformas necesarias para habilitar el entorno para que las personas con discapacidad y mayores de 70 años puedan moverse sin ningún problema.
Pero, centrémonos en los datos y las necesidades en las principales zonas comunes de los edificios:
Parking cómodo y accesible
Más allá de que el parking tenga plazas exclusivas para personas con movilidad reducida, estas deben estar lo más cerca posible de los accesos peatonales y no tener bordillos ni rampas inclinadas. El estudio muestra que el 48% de los edificios españoles tienen escalón, escalera o algún obstáculo que dificulta el acceso a estos espacios. Además, como principales inconvenientes, el 23% asegura que es difícil subir las rampas por su inclinación y el 76% carece de barandilla.
Adaptar la entrada principal
6 de cada diez edificios en España tiene escalones antes de llegar al portal, y tan solo un 28% tiene rampa o elevadora (40%). En la mayoría de los casos, estas rampas también tienen sus problemas: en el 14% de las ocasiones es muy inclinada o carece de barandillas (65%) o es muy deslizante (9%).
Portería y acceso
La portería debe ser accesible para todos los usuarios. Por norma general, la puerta debe tener una anchura mínima de 1,20 metros y una altura de 2,20 metros, pero los afectados se encuentran con problemas diariamente.
Los datos muestran que, para un 25% de las personas con movilidad reducida, la apertura del portal es complicada, ya sea por el peso, la anchura o altura de la cerradura de la puerta. Además, un 39% señala que la puerta no se aguanta sola o se cierra demasiado rápido y entorpece el paso. Por otro lado, una de las principales conclusiones del estudio es que el 68% de los edificios no tiene un portero automático accesible para una persona con silla de ruedas.
Viendo estos datos, es comprensible que, cuando se pregunta a la gente sobre la accesibilidad a los edificios, las principales demandas se centran en la adaptación de las rampas (61%), así como la instalación de puertas automáticas (68%) y telefonillos adaptados a la altura.
Como hemos mencionado anteriormente, todas las comunidades están obligadas a realizar las obras y reformas necesarias para facilitar los accesos al edificio. Pero, a veces, se producen conflictos entre vecinos que retrasan o impiden estas reformas.
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